Terror, uno de los sentimientos más difíciles de alcanzar en un largometraje y más por qué todos los géneros de este mismo ya se han tocado una y otra vez, algunos de forma magistral pero otros tantos que se quedan muy por debajo de las expectativas, ya que no logran plasmar esa sensación de desesperación, frustración, ansiedad y horror que deberían. A veces hacer mucho con poco es lo mejor para lograr un filme de terror magnífico, dando un sentimiento de realidad en la persona que lo esté viendo, haciéndole entender que lo que está pasando frente a sus ojos, en realidad podría pasarle a él o ella misma. Entonces ¿qué sucede cuando se esfuerza mucho un director por lograr esto? Pues lo más seguro es que llegue a fallar al usar situaciones y elementos ya antes vistos, y sabemos que no funcionan.
Lights Out o su nombre muy extendido en Latinoamérica, Cuando las luces se apagan, es un largometraje dirigido por David F. Sandberg, quien a su vez dirigió el cortometraje con el mismo nombre que obtuvo bastante éxito en la redes sociales; también es responsable del gran proyecto de Kung Fury. Un director principiante – por así decirlo- aunque con trabajos bastante interesantes.
¿GRANDES PRODUCCIONES O PROYECTOS INDEPENDIENTES?
Ahora podrá cobrar un poco de sentido mi discurso del “por qué hacer mucho con tan poco”, tomando como ejemplo el cortometraje previo a la salida de este filme el cual dura alrededor de 2:30 min, pues con pocas tomas y elementos en las escenas da como resultado un terror puro, directo y al grano, cosa que la película próxima a estrenarse no logra de muy buena manera.
Es de llamar la atención cómo un mismo director haya creado dos resultados diferentes de un mismo proyecto, ¿Acaso el tener grandes presupuestos o producciones millonarias da como consecuencia un producto menos interesante?
Cuando las luces se apagan llega a las salas de nuestro país el 29 de julio de este año, y nos cuenta la historia de Rebeca (Teresa Palmer) una joven independiente, y con ciertas restricciones a aceptar a su novio Bret (Alexander DiPersia), en una forma más seria y responsable en su vida, aunque Bret no se da por vencido muy fácilmente. Rebecapor su parte, decidió vivir sola para alejarse de los problemas familiares y sus miedos de la infancia, dejando a su madre Sophie (María Bello) la cual está un poco trastornada por perdidas que sufrió en el pasado y presente, junto a su pequeño hermano Martín (Gabriel Bateman); estos problemas que la madre presenta hará que una vieja amiga del mas allá los visite de nuevo, provocando un increíble terror en Martín y Rebeca, un terror que tendrán que enfrentar de una vez y por todas.
YA QUE LAS LUCES SE APAGAN…
Como el título lo menciona Cuando las luces se apagan intenta provocar el miedo que en algún momento todos tuvimos en nuestra infancia de no querer dormir con las luces fuera, imaginando que algo se encontraba bajo nuestras camas o detrás de las puertas de esos oscuros guardarropas. Desafortunadamente no se logra del todo crear este miedo en el espectador, con escenas y tomas dirigidas más al susto repentino, y un ente que vive en la oscuridad y desaparece cada que las luces son enfocadas hacia ella, pero este no infunde el estrés necesario en cada escena, por el contrario, se quedan cortas en su objetivo, teniendo que optar por el susto repentino como lo mencioné antes, con efectos sonoros o tomas que sí efectivamente te hacen brincar en el momento, pero hasta ahí.
La línea argumental o trama está bien manejada a secas, es una historia simple, la clásica familia con secretos oscuros que se irán revelando conforme los personajes experimentan el horror que llegó a cambiar sus vidas, no es algo que no se haya visto antes, por momentos se siente bastante predecible y se pierde el interés sobre lo que vendrá a continuación.
¿TERROR PURO O UN SIMPLE SUSTO?
Las actuaciones son básicas, respetables, pero no alcanzan ese grado de congeniar con el personaje, el sentirte en sus zapatos y llegar al clásico “no vayas ahí” o “no entres en ese cuarto”, simplemente logran el papel y punto. Los clichés están presentes, como los ya usadísimos momentos en que los personajes se separan en vez de quedarse juntos, o las persecuciones que resultan en solo moretones o raspones en el personaje principal.
En cuanto al final, se puede decir que es simple, rápido y sencillo, no aporta nada al desenlace de la historia, se siente forzado y apresurado, algo que en una película de este tipo no se puede tener el lujo de hacer, ya que si no cae en lo absurdo, hará de este un filme bastante olvidable.
CONCLUSIONES
Cuando las luces se apagan, es una buena idea de llevar ese terror tan familiar en nosotros y nuestra infancia pero mal aterrizado, sí logra sustos espontáneos y saltos repentinos, pero no crea frustración o ese post delirio de persecución para que ni siquiera desees ir al baño solo.
Sé que no es lo mismo pero seguiré esperando una película de este género que logre algo como lo conseguido en esa demo tan maravillosa llamada P.T. para Playstation 4, que de nuevo apoya mi teoría de lo mucho que se puede llegar a crear con tan poco. Sí, ya sé que son medios diferentes pero se trata del mismo género, por ende, se busca el mismo resultado.
Si deciden ir a ver esta opción en la salas de cine, no se preocupen cuando las luces de la sala se apaguen pues créanme, no pasará nada.
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