Una extraña señal espacial es el comienzo en esta historia de lazos tan fuertes como la sangre y la lucha contra el mal.
Después de varios títulos sobre el universo Halo que abarcan tanto comics, libros de arte y animaciones, llegan cinco números que narran algo un poco más personal, esta vez en el ángulo de los súper-soldados Spartan II. Una historia llena de peligros que solo pueden ser vencidos por la unión.
Con una narración de trasfondo que marca el lugar de los acontecimientos (un lejano planeta con edificaciones ni humanas ni Covenants) la aventura de un grupo de Spartans empieza cuando su nave, un crucero de la UNSC se estrella estrepitosamente luego de recibir una transmisión desconocida. Al igual que ellos, un navío Covenant ha caído en desgracia en la misma zona, dejando al final solo un camino a seguir, la eterna lucha entre razas o la formación de un equipo por la búsqueda de sus hermanos de batalla perdidos en el enfrentamiento con una gigantesca criatura cibernética.
Lejos de lo que podría ser un simple comic de disparos y mal lenguaje, Blood Line plantea en un inicio y de forma seria la hermandad que existe entre ambos bandos, demostrando de esta forma un lado más humano, algo que misteriosamente tienen en común tanto los soldados Spartan II con los Covennat, la crianza para la guerra.
Rápidamente la historia tiene un vuelco trascendente al hacer notar la relación entre los personajes, como entre ellos se pueden ver como una familia (casi en desgracia) que lucha por un bien común; como ya mencione, el escenario es un planeta lejano repleto de artefactos amenazantes, sin embargo los continuos flash/backs, diálogos y comentarios hacen ver que lo importante aquí es lo que el título dice “Una línea de sangre” que trasciende sobre todas las cosas superficiales.
Spartans, hermanos de guerra que fueron robados de sus padres desde chicos y Covenants, seres que simplemente siguen sus órdenes, se ven dispuestos a cooperar por un bien común, llegando a comprender de esta forma que por encima del conflicto existente aún hay algo más valioso, la vida de sus compañeros en desgracia. Y es cuando un vínculo entre razas que se odian es formado para mostrarle al lector algo más que un comic de disparos sobre un franquicia altamente exitosa.
Publicado por Marvel y escrito por Fred Van Lente, Halo: Blood Line empieza muy bien, es absorbente sin duda y nunca para en su frenética narrativa de acción y memorias, sin embargo (y temo decir) se traiciona en las últimas páginas al convertir los personajes serios y tridimensionales (que brillantemente habían sido creados) en caricaturas sencillas que pelean entre si por el bien y el mal. Es cuando el lazo construido tan fervientemente se rompe, dejando solamente a los Spartan como seres capaces de perdonar y luchar, y a los Covenant como seres traicioneros que olvidan sus rangos, lazos comunes y creencias por perseguir el poder de forma enajenada. Es decir, al final del día, como si de una simple caricatura se tratase, los humanos son buenos y los extraterrestres malos.
Tanto el arte por Ulises Arreola como Francis Portela es bastante cuidado en detalle (casi en extremo), los colores son exactos y representan muy bien la atmósfera de los juegos, la diagramación es precisa tanto en momentos de diálogo como en acción. Si hubiera un detalle del cual quejarme es que la escala de varios personajes parece ser errónea en algún instante, (quien a seguido los juegos se dará cuenta de esto) pero en general no es algo que sea un problema que aleje al lector.
En lo personal sé que los fanáticos encontrarán un título de calidad en Halo: Blood Line, sin embargo puede que si se sientan “extraños” al notar el cambio drástico de personalidad o narrativa al final de la serie y sobre todo en cómo se mantenía el ritmo de la historia. Un detalle que puede pasar desapercibido si lo que se busca es una lectura rápida, pero creo, ese no es el punto.
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