Un viaje por la paz | Crítica

“Estamos al borde de algo que todo el mundo aplaudirá pero nuestro pueblo odiará”
-Martin McGuinness “Un viaje por la paz”

Los ideales son el motor del actuar humano. Representan quiénes somos y cómo nos identificamos. Son nuestro lineamiento moral y defenderlos es tan importante como proteger nuestra identidad. La diferencia de opinión tiende a provocar oposición, pero esta crece a gran escala cuando ocurre entre dos apasionados dirigentes. Un viaje por la paz recoge este tema al presentar la historia de dos políticos, en cuyas manos estuvo el destino de Irlanda del Norte.

Originalmente titulada “The Journey”, es un largometraje de origen británico-irlandés escrito por Colin Bateman y dirigido por Nick Hamm. La cinta, es una aproximación ficticia de lo que serían las conversaciones que mantuvieron Ian Paisley y Martin McGuinness, durante la cumbre de St. Andrews, que desembocaría en el acuerdo del mismo nombre. La cinta fue presentada en la selección especial del Toronto International Film Festival en 2016 y fue exhibido en el 73rd Venice International Film Festival.

El drama comienza cuando en medio de las negociaciones, el reverendo Paisley debe tomar un avión para asistir a sus bodas de oro. Como medida de seguridad, McGuinness debe acompañarlo a modo de evitar un ataque contra de alguno de los dos diputados. Así, dos acérrimos enemigos políticos se ven obligados a conversar, paso de suma importancia para el proceso pacificador que habría de ocurrir. La propuesta de Nick Hamm fue simplemente retratar el inicio de la singular relación que mantuvieron Ian Paisley y Martin McGuinness, y el camino que hay entre ser antagonistas a obtener fama mundial como un ejemplo de compromiso y trabajo cooperativo, ganándose el título de Los hermanos sonrisas (“The chuckle brothers”).

El elenco está conformado por célebres rostros del cine británico: El increíble Timothy Spall ganador del BAFTA por su actuación en Mr. Turner, interpreta al reverendo Ian Paisley, líder de Partido Unionista Democrático del Ulster, conocido por sus poderosos y controvertidos discursos en pro de “salvaguardar” al pueblo de la amenaza de aquellos que no siguieran “Las Escrituras” Colm Meaney, da vida a Martin McGuinness, político militante en el Sinn Féin que fue líder del Ejército Republicano Irlandés (o IRA, del inglés Irish Republican Army ) un grupo revolucionario de carácter paramilitar catalogado como terrorista. Toby Stephens y John Hurt interpretan al Primer Ministro Tony Blair y al Viceprimer Ministro Harry Patterson, respectivamente. Mediadores y “orquestadores” del incidente que obligaría a ambos personajes a entablar el diálogo. Freddie Highmore hace el papel de Jack, un joven chofer que es el encargado de trasportar a las personalidades al aeropuerto.

Los eventos ocurren en el marco del Conflicto de Irlanda del Norte, pautado por dos grupos de choque: los unionistas de herencia protestante y los republicanos irlandeses, en su mayoría católicos. Los principales dirigentes pretender llegar a un acuerdo que detuviera los pasados 30 años de violencia, pero esto sólo vería la luz si los líderes de ambas facciones encontraban un punto en común. La película hace un excelente trabajo introduciendo al espectador poco documentado, al ofrecer un preludio del conflicto con videos reales de los acontecimientos, e incluso fragmentos de discursos y noticias originales terminan de darle sentido a las escenas. Además que poner un pequeño letrero con el nombre y el cargo político de cada personaje la primera vez que lo vemos a cuadro.

En cuanto a las escenas, tendría que mencionar dos vertientes, la primera se compone por una buena cantidad de tomas aéreas de Irlanda, cuya ilusión hace honor al título de la película. Y la segunda, las escenas que se centran específicamente en la tensión que ocurre entre los personajes de la cinta. No cabe duda que el peso del film y la gran mayoría de sus aciertos recaen en sus protagonistas, quizá por el carácter de la trama que es mayormente un juego de astucia en el que el discurso tiene un papel primordial. Las impecables actuaciones y el gran trabajo de maquillaje crean la ilusión de que se está viendo a los verdaderos Ian y Martin discutir.

Uno de mis temores al ver la película es que fuera demasiado cursi, o se sintiera apologética, pero no es el caso. La obra hace especial énfasis en las diferencias de los personajes y sus motivaciones, pero al mismo tiempo nos los presenta como hombres paralelos, comprometidos con su partido, con su religión, seres humanos que se sienten dueños de la razón, argumentando sus acciones bajo el lema (no pronunciado) “El fin justifica los medios”. La cinta no favorece a ninguno, ambos tienen sangre en sus manos, sea que lo quieran reconocer o no. Personajes, igualmente venerados como odiados se reducen a dos hombres que comprenden que la paz sólo puede venir de la mano de la tolerancia.

A pesar de tratarse de un drama político, el ingenioso diálogo se antoja cómico en ocasiones y es sumamente entretenida. No es necesario ser un experto en el tema para disfrutarla pero no debe perderse de vista que se trata de una obra de ficción cuyo objetivo es dar un mensaje esperanzador, no una lección de Historia. Les recomiendo Un viaje por la paz disponible en sus sala de cine favoritas a partir del 1 de septiembre.

Crítica realizada por Adriana Álvarez

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