Max: The Curse of Brotherhood | Reseña
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Imaginen un mundo lleno de peligro donde un sólo golpe los puede matar, donde un troll gigante los perseguirá rompiendo todo a su paso, un lugar en el que tendrán que atravesar bosques de espinas tan grandes que te pueden perforar las entrañas, o zonas donde dulces luciérnagas los electrocutarán en menos de un segundo, imaginen cuevas tan oscuras que no sabrán donde pisan ni a donde están saltando. Ahora, piensen que tienen que cruzar todos estos lugares, y más, para intentar rescatar a su ser querido de las garras de un malvado brujo.

UNA HISTORIA SIMPLE, CON ESCENARIOS Y TRAMPAS DE PESADILLA

Primero tengo que dejar algo en claro, Max: The Curse of Brotherhood es un juego para todo aquel que desee probarlo, no, no es sólo para niños, aunque su estética lo parezca indicar, es una aventura donde nos veremos en grandes aprietos si no acertamos rápido en alguna acción determinada.

Rápidamente conoceremos a Max, un niño que se la pasa (seguramente) con sus amigos y al que le tortura saber que su hermano pequeño Felix de pronto le da curiosidad de agarrar sus cosas. Sí, tal y como notamos en los primeros segundos, se nota que entre Max y Felix hay mucho de “cuida a tu hermanito” o, “que no se porte mal” o, “cuidado con eso y con lo otro” ya saben, lo típico.

Sin embargo los asuntos cotidianos cambian cuando gracias a un conjuro, Felix es tragado por un agujero interdimensional que lo llevará directo a las tierras peligrosas de Mustacho. Ahora, obviamente y sin pensarlo, Max también salta a por su hermano pequeño, cual es la sorpresa que al llegar al otro lado, un troll gigante tiene es sus garras a Felix, quien no para de gritar pidiendo auxilio. Así que bueno, de esta forma comienza nuestra aventura en la que, ahora que lo pienso, bien pudo haber estado llena de gore… claro, de no ser por toda la presentación toon llena de colores pastel.

DOLOR “A LA LIMBO” QUE NO SE QUITA CON CURITAS

Inmediatamente uno es invitado a una tierra donde las mecánicas de juego están en plataformas, saltar de un lado a otro es lo primero que aprenderemos mientras tratamos de alcanzar al aterrorizado Felix, algo sencillo que sólo nos pide pulsar el botón indicado al momento justo, y, para suerte de nosotros, a pocos minutos descubriremos una de las varias secuencias donde tendremos que escapar del malvado troll gigante (secuaz de Mustacho); aquí las cosas cambian un poco, la música es alarmante y debemos ser más precisos en los saltos, ya no nada más para brincar sobre objetos, también agarrarnos de cuerdas, trepar por ellas o balancearnos, todo en el instante justo, antes que el condenado troll termine por destrozar el suelo que pisamos.

Pero esto es sólo el principio del juego, donde el sentimiento es como de “entendimiento de las mecánicas” más adelante estaremos en graves aprietos y más de un par de veces veremos morir a Max de formas muy, muy dolorosas. Para no aburrirlos mucho con esto, les resumiré un poco lo que puede suceder: caer al vacío, sobre largas espinas, en pantanos, ser aplastado por rocas, golpeado por mazos gigantes con picos, electrocutado por luciérnagas, devorado por plantas carnívoras, por aquel troll gigante y quemado en lava ardiente. Entre otras cosas.

¡POR SUERTE TENEMOS UN MARCADOR MÁGICO!

Además de saltar y deslizarse, de columpiarse por cuerdas y escapar de monstruos y criaturas, Max tiene una gran herramienta en su poder (además de su valor por supuesto), la cual es un marcador con el que podremos dibujar ramas, pasos de agua y levantar columnas en determinados lugares para resolver acertijos y poder cruzar a otros lados, o por ejemplo, librar trampas y escapar de enemigos, una herramienta que aprenderemos a usar con el tiempo y en una curva de aprendizaje bastante lógica; el problema llega cuando necesitemos actuar de forma ágil, pues son necesarias tres acciones: pulsar gatillo, presionar botón y dibujar o arrastrar, esto se irá complicando debido al corto tiempo de reacción para salvar a Max de un peligro (hacer crecer una rama, dibujar una liana colgante y esperar que Max la tome para no caer a su muerte). Para mala suerte no sólo es un tanto complicado, las físicas y el tiempo de reacción de los botones denotan su falta de precisión cuando las décimas son importantes.

Aún así Max: The Curse of Brotherhood es un juego fácilmente disfrutable, donde el alto detalle de los niveles y su variedad harán que sigas jugando. Lo que me lleva al siguiente punto.

ESCENARIOS VARIADOS Y COLORES POR TODOS LADOS

Una aventura que nunca se hará aburrida. Los lugares que visitaremos en nuestra travesía para liberar a Felix del malvado Mustacho son de lo más variado, viajaremos por zonas en el desierto, bosques nocturnos o bajo la luz del sol, pequeñas aldeas, cuevas tan oscuras que no veremos donde estamos parados, otras decoradas con peligrosos ríos de lava, calabozos, castillos, puentes de roca y más, todo con una llamativa paleta de colores en tono pastel que llenan de magia todo lo que vemos. La construcción de los escenarios también esta bien desarrollada y nunca se torna repetitiva, para resumir, nunca pensaremos que “hemos estado suficiente en un nivel y que deseamos ya pasar al siguiente”

Al final, Max: The Curse of Brotherhood es una aventura donde los pequeños fallos no son suficientes para arruinar la experiencia de juego, ya que su encanto reside en la construcción del arte y una amplia variedad de niveles; lo que sí es una mala noticia, es que puede ser un poco corto, apenas unas 8 o 9 horas serán suficientes para sólo dejar como recordatorio, algunos típicos elementos de esos que debemos encontrar en su totalidad para ganar un trofeo.

Desarrollado por Press Play y publicado por Microsoft Studios, lo pueden encontrar vía digital tanto en Xbox One, Xbox 360 y PC. Max: The Curse of Brotherhood es una travesía para un jugador, pero es una buena.

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