
Esta cinta dirigida por David Cronenberg muestra con aires siniestros aquellos delicados velos que en ocasiones nublan la verdadera naturaleza de lo terrible.
Una partera atiende con urgencia a una joven adolescente. Marcas de agujas, sufrimiento, muerte. A cambio, un bebé llega a este mundo. La mujer, conociendo lo que podría esperar a un ser sin familiares, busca hasta hallar un diario en las posesiones de la difunta. Lo que encontrara escrito allí, la guiara a un mundo corrupto y amargo.
La cinta narra la esperanza de poder encontrar lo mejor para alguien, una búsqueda entre peligrosos y oscuros personajes que ven como algo común el asesinato. Eso y más nos cuenta Eastern Promises. Nikolai (Viggo Mortensen) es sólo un chofer que desea subir de nivel dentro de la mafia rusa establecida en Londres, con una actitud ciega y una moral desentendida observa y es cómplice de las atrocidades que empañan su mundo. De pronto descubre los ojos inocentes de Anna (Naomi Watts) que preguntan sobre un nombre. El de la madre muerta. Los caminos se cruzan, quizá todo podría salir bien, pero luego cosas empiezan a surgir de las líneas escritas en el diario, lentamente los rostros amigables se transforman en serias miradas, se dan ordenes y de pronto, cuanto más se trata de mantener el control, más tensa se vuelve la realidad de los personajes de esta historia en donde nada es como parece a simple vista.
El guión, el cual corre a cargo de Steven Knight, maneja y cuenta una historia llena de sentimientos culpables, de personajes que debido a su posición, en ocasiones no pueden hacer otra cosa que seguir ese cause de acciones nefastas. De cómo por una buena y desinteresada intención pueden surgir los problemas más caóticos. De esa inocencia corrompida por un mundo que lo traga todo por el hambre de poder.
En la cinta se muestra una violencia, en momentos de forma sutil (como es la narrativa del diario de la adolecente fallecida) y en otros muy dominante, como la convivencia de los personajes, y por último la gráfica. David Cronenberg (Crash, Videodrome) construye escenas donde todo está en calma y de pronto, en dos segundos el panorama cambia completamente, los diálogos, las miradas, la fuerza como se pronuncian las palabras, nos enseña un entorno muy lejos de esa mafia un tanto elegante, a la que nos hemos acostumbrado con el pasar del tiempo.
Eastern Promises (Promesas Peligrosas) guarda un cierto parecido con “A History of Violence” (Una historia violenta) también de David Cronenberg y basada en el cómic británico de John Wagner y Vince Locke. En ambas historias se recurre a la violencia y el deseo de hacer un bien con una fuerza maligna o enfermiza. De hecho se podría decir que en Promesas Peligrosas el único personaje que está exento de alguna culpa en todo lo que pasa en los cien minutos de película, es el pequeño bebé, quien no sabe ni tiene conciencia sobre el mundo que le rodea, y obviamente es el único también, en no realizar ninguna acción sobre alguien más.
Una cinta llena de engaños que demuestra en forma cruda y directa, una balanza moral que estrepitosamente puede cambiar de peso sólo por una mala mirada.

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