Tanto como para los antiguos y más recalcitrantes amantes de los cómics, como para los fanáticos de las películas de súper héroes, el nombre de Stan Lee está presente como aquel que diera vida a tantos personajes que nos dieran momentos inolvidables tanto en papel como en la pantalla grande, desde Spider-Man, Ant-Man, Thor, Hulk, Capitán América, Starborn -el favorito de un servidor- o el que se les ocurra del enorme universo, mismo nombre que hoy se apaga de la vida terrenal y se enciende nuevamente como un sol inmortal en el firmamento del entretenimiento.
Stan Lee ha muerto a los 95 años de edad de acuerdo con reportes de Reuters, TMZ y el abogado de su hija.
Esta noticia ha costado trabajo digerirla y aceptarla, antes de incluso escribirla quisimos estar seguros de no mostrar rumores nada más pues es tan importante como cualquier otro actor legendario o cineasta épico, Stan Lee logró con su imaginación, arrojo y atrevimiento, hacernos estallar en júbilo, en sufrimiento, lágrimas, risas y felicidad con sus historias que superaron lo extraordinario y dieron una nueva definición a magnífico e impresionante.
Stan Lee creyó en sí mismo y gracias a su trabajo y a su ímpetu, es que hoy podemos disfrutar de incontables relatos con hermosas ilustraciones en la cual todos nos hemos sentido inspirados e identificados, siempre gracias a su visión de poner a los héroes como un ejemplo a seguir a pesar de las versiones extrañas y universos paralelos que nos encontramos en los miles de cómics que se hicieron bajo su reconocida firma, Marvel.
Hoy 12 de noviembre estará marcado para siempre en los corazones de cualquier tipo de fanático, del que lee, del que ve las películas, del que no se pierde las series animadas o simplemente de aquellos que sientan emoción al ver a Iron Man, a Black Panther, a Star Lord, She-Hulk, Jean Grey o a quien ustedes quieran, pero lo importante hoy es no dejar de rendirle tributo y homenaje a Lee de la mejor manera, recordándolo por sus increíbles obras.
Descanse en paz, Stan Lee, y siempre y para siempre, Excelsior!
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