God of War: Rangnarök | Reseña

La obra de arte del 2018 fue la culminación de todos los procesos que Santa Monica Studios había tenido con los God of War anteriores, elevaron la vara tan alta que ahora cualquier juego, de cualquier consola, volteará a ver por siempre como un punto de inflexión en los videojuegos a nivel mundial. God of War puso las nuevas reglas y se consolidó como quizá uno de los mejores títulos de la historia, y no dicho solo por mi. Así que la continuación tendría que ser no solo un “pudo haber sido un DLC”, sino toda una apertura a nuevas mecánicas, puzzles, armas y enemigos dignos de aparecer en quizá la saga más representativa de PlayStation.

HAZTE A UN LADO XBOX

No fue en el 2018 en que PlayStation cacheteó a Xbox con God Of War, esto ya viene de años atrás, pero sí en efecto en ese año le dio un hachazo del cual no ha podido levantarse con ningún título para competir. Hoy día, en este 2022, God of War: Ragnarök hace lo mismo de manera categórica y sin miramientos, y lo hace al resto de consolas.

God of War: Ragnarök es la continuación directa y unos años después, del titán del 2018, donde Atreus es más joven y sabio, más rebelde y más habilidoso, pero también ya es un adolescente que empieza a levantar la voz y a querer hacer su propia historia, dándose cuenta que la suya ya está escrita. Por otro lado Kratos es más viejo pero se mantiene igual de poderoso, las arrugas y las heridas no se pueden ocultar más, pero a la vez su calma se ve reflejada en todo momento pues entiende cada vez mejor la guerra: las hostilidades son el último recurso. Pero así como se nota un Kratos mucho más responsable y maduro, a la hora de los golpes mantiene su poderío con el cual acabar con los enemigos no es que se haya convertido en tarea fácil, sino que la agresividad y la violencia así lo hacen parecer. Kratos sigue siendo el rey, así de fácil.

Esta entrega tiene como propósito explorar las áreas que no habíamos podido entrar en el anterior, además de continuar con el pleito previo contra Freya y agregar a Odín y a Thor a la ecuación con peleas que de verdad no escatiman en violencia, agresividad, acción y sobre todo escenas sorprendentes de destrucción masiva de los escenarios donde se llevan a cabo. Sí puedo asegurar que el juego tiene adiciones, pero estas no se sienten como DLC’s, pues los reinos nuevos, poderes, armas, talismanes, compañeros y enemigos no son mínimos como para una actualización de 10 Gb, tan es así que el juego se tiene que descargar por completo del disco, mostrando desde el inicio que es un juego completamente diferente a pesar de las vastas similitudes con el previo.

Las cadenas y el hacha siguen siendo iguales, el arco y la flecha de Atreus también, de igual manera traemos una cabeza parlante en las asentaderas y viajar entre reinos es con una puerta de madera que aparece de la nada. Hay puzzles para avanzar durante las misiones, ya sea usando nuestras armas o poderes, hay cofres regados por todo el mapa y algunos son inalcanzables si no hemos desbloqueado ciertos poderes. Los mini jefes tienen una barra de vitalidad diferente y son ligeramente o extremadamente más difíciles que los esbirros encontrados por el camino.

Así que con todo esto, ¿en verdad me atrevo a decir que es diferente?
Sí, sí lo es y en todo.

Los escenarios exploran nuevos reinos que no tienen nada que ver físicamente con los anteriores, los poderes nuevos de Atreus rayan en lo sublime gracias a sus flechas sónicas que no son nada comparado a poder convertirse en lobo o en oso para atacar sin piedad y de manera sanguinaria pero satisfactoria. Las nuevas habilidades de Kratos con el hacha o las cadenas lo hacen mucho más efectivo y a la vez hasta elegante. Los rompecabezas requieren tiempos, ubicaciones exactas y un ojo más que lógico para obtener la respuesta correcta. Los mini jefes son mucho más inteligentes y los esbirros ya no son solo un obstáculo, sino que también les mejoraron su IA para que los ataques no sean tan pausados y más en equipo. Las persecuciones sudan acción y las peleas derraman líquidos que aún no sé bien cuáles sean, pero “sanguinarias” es la palabra que mejor las define, a pesar de que muchos de ellos se conviertan en cenizas y se vea increíblemente genial.

God of War: Ragnarök se juega de manera increíble en el PlayStation 5 ya que las mejoras gráficas son leves pero se notan. En mi caso mi pantalla no es de tantísima calidad pero logré observar lo maravilloso de las texturas al usar Remote Play con una Macbook Pro M1. Aquí es donde la iluminación y los colores se notan impresionantes gracias a la pantalla Retina. GOW:R es sin duda una obra maestra gráfica que si bien no precisamente es realista como lo sería The Last of Us, sí logra convencer de lo que nos está tratando de vender en cuanto a sentimientos de los personajes así como del espacio donde estamos, ya que cada escenario muestra con detalles chicos y grandes lo que representa cada reino en el que estamos. Los cambios se notan también en el clima, ya que algunas partes ya estarán congeladas, en otras habrá agua y como es de esperarse el fuego no falta, pero son las brumas, el vapor, las pinturas con las que cierto personaje ataca, es lo que da el ambiente correcto y además representa el lugar, por lo que será fácil identificar el reino sin necesidad de ver el mapa, si es que en algún momento se llegan a perder gracias a la duración de las misiones.

God of War: Ragnarök cuenta con tantas misiones como casi 25 horas de juego -dependiendo la habilidad y la exploración de cada uno-, pero esto solo para terminar la historia principal, ya que estoy seguro de que querrán explorar todo de nuevo tratando de conseguir ese hacksilver que se les escapó, o algún talismán o armadura que pudieron crear con Sindri y que por falta de tiempo o recursos no lo lograron. Pero GOW:R no solo es limpiar el mapa al 100%, es que querrán volver a jugar la historia quizá en modo más difícil para ver que tan curtidos están, para después de eso intentar acabar el resto de los juegos de Kratos. Yo estoy a un platino de retomar esa aventura, y ese platino es el de Rangarök.

VEREDICTO

Santa Monica Studios no tiene nada de que estar preocupado con la entrega de premios. Sé que hay unos sumamente bien hechos, pero cuando le otorgas al público una experiencia mucho más rica que la pasada, y la pasada ya fue lo mejor del año, entonces esta no tendrá problemas en avasallar los galardones que bien merecido se lo tienen.

God of War: Ragnarök tiene una lista de trofeos donde nos pide recolectar todo, y por obviedad acabar el juego, y esto implica pelear con dioses y semi dioses, por lo tanto nada fuera de lo normal y se convierte en un Platino sencillo aunque tardado, cuestión que no debería tenernos preocupados ya que cada hora de juego se pasa como agua gracias al cambio abrupto de la calma a la tormenta, a sus cinemáticas que aportan de manera concisa a la historia y permiten darnos un pequeño descanso de la travesía violenta pero a la vez maravillosa que es God of War: Ragnarök.

Sí, un 10 perfecto para una obra de arte que destroza a hachazos la frase que menosprecia a las segundas partes. Aquí la segunda es tan soberbia como la primera y no hay manera de no esperar una tercera.

Compartir en: