Assassin’s Creed Valhalla: Dawn of Ragnarök | Reseña

150 horas en conseguir el Platino de Assassin’s Creed Valhalla me dan la experiencia suficiente para hablar de la expansión flamante denominada Dawn of Ragnarök, por lo que sí me siento autoridad en el juego -aunque quizá no en la saga- para decirles si vale la pena o no el costo total de este mapa enorme que se siente como un juego pequeño, pero que a su vez depende mucho de lo experimentado en la versión original.

Mi pequeña experiencia en la saga de Assassin’s Creed se limita a 50 horas como mucho en el resto de juegos previos a Valhalla, por lo que también fue mi sorpresa encontrarme con un total de 150 aproximadamente con este último, y es que como podrán saber, mi gusto es prescindir del sigilo y salir a matar enemigos cuerpo a cuerpo sin dejar espacio para respirar. Quizá también por eso no soy exitoso en los juegos de Dark Souls. Por lo que desde hace tiempo he estado pensando en adquirir las dos previas expansiones a Dawn of Ragnarök, que son Siege of Paris y Wrath of the Druids para calarme, y por fortuna llegó el pase de temporada gracias a Ubisoft.

Teniendo en cuenta ya el respaldo de tantas horas en el juego, procedí a hacer lo que ya hacía previamente: destruir a todos los enemigos sin importar cuantos fueran, gracias a la potencia de mi Mjölnir, junto con toda la armadura de Thor. Dawn of Ragnarök empieza justo en donde te hayas quedado en la historia, con la diferencia de que sí tiene requisitos previos como misiones y por supuesto haber tenido la oportunidad de ingerir unos brebajes mágicos que nos transporten al mundo de la mitología nórdica donde Odín, Loki y Thor viven. Estas misiones no son necesarias para jugar la expansión pero sí ayudan mucho por la parte histórica pues de repente hay un cambio de nombre a Havi en vez de Eivor, pero realmente no es tanta la diferencia. Una vez conseguido entrar al mapa de Dawn of Ragnarök, Svartálfaheimr el reino de los enanos, todo se sigue como hilo de media.

La presentación es fabulosa a pesar de ser muy tardada y de requerir hacer algunas misiones y peleas que resultan un poco demasiado para ser solo la introducción, pero nos ayudan a entender que en esta ocasión es el fuego y la lava los protagonistas escénicos. Esto es que los enemigos serán de fuego principalmente, pero sí nos toparemos también con gigantes de hielo pero no tan temprano en la historia. Además de aportar a la narrativa, agrega los poderes nuevos a la entrega, mismos que por más sorprendentes que parezcan de inicio, tienen la limitante del tiempo -que sí también se puede alargar un poco- y esto quizá podría menguar un poco la emoción a pesar de tener un buen toque. Desde convertirse en un ser de fuego o hielo para pasar desapercibido, tele transportarse con flechas y hasta convertirse en cuervo, son estas potestades las cartas de presentación de Assassin’s Creed Valhalla: Dawn of Ragnarök, pues a pesar de que los escenarios me hicieron recordar muchísimo a los juegos de la saga Souls por sus ruinas desoladas y ambiente sombrío y de muerte, lo que en verdad sorprende es la fluidez con la que podemos pelear cambiando entre las posibilidades de mutar, consiguiendo moverse por todo el plató y así incrementar la letalidad de nuestros ataques. Sí, me puedo poner de pie para felicitar en esta sección a Ubisoft por encontrar el balance perfecto entre combinaciones sencillas y facilidad para atacar. Me pareció que ahora todo fue más rápido y me animó a pelear más sin necesidad de evadir villanos por la prisa de llegar a mi destino. Ahora sí me detenía continuamente y a dar caña a los malos.

¿Por qué razón hacía paradas continuas para pelear? No solo por el gusto de combatir y conseguir objetos que me sobran y ya no sé dónde guardarlos, sino porque dentro de mi tampoco quería llegar a mi destino. Es difícil decir esto pero me costó muchísimo trabajo no aburrirme cuando llegué al domicilio señalado, pues la mayoría de ellos implicaba escalar montañas enormes las cuales no contaban con tantos escalones naturales para hacer más rápida la subida, así que muchas veces me encontré revisando Instagram con la mano derecha, y la izquierda con el pulgar en el joystick para no dejar de trepar. Al llegar a la cima uno se encuentra que vale un poco la pena el fastidio, pero no por lo obtenido, sino porque las peleas están buenas y casi siempre habrá un enemigo pesado para hacer la cuestión más interesante, pero nada más. Ah y claro, la culminación de la misión.

Entre estas escaladas kilométricas se encuentra una adición que en lo particular siento que fue mucho pero se entiende porque ya varios juegos lo tienen: las arenas. En Dawn of Ragnarök nos encontraremos con esta modalidad gracias a la amistad con una Valquiria, quien nos pedirá entretenerla con cuentos de batalla, las cuales se tendrán que recrear en la arena enfrentando a unas hordas de enemigos y una vez concluido el follón, podremos ir a recoger nuestra recompensa con el único fin de mejorar poderes y/o utilería. No sobra, pero tampoco aporta de manera soberbia. Sirve para el objetivo señalado y ya, a menos que sean así fans de súper hueso colorado y quieran seguir peleando hasta que se acaben todos los cuentos posibles para la señorita asesina de élite.

El apartado gráfico no da un salto, solo se agarra del diseño de los escenarios para entregarnos vistas majestuosas que se auxilian de monolitos flotantes y gigantes inalcanzables -al menos al inicio-, más las montañas tremendas y los castillos que como ya mencioné me hicieron rememorar a Dark Souls, con todo esto puedo decir que sí sigue siendo un juego sorprendente en lo visual y gracias a los efectos de fuego y hielo es que todo se ve tremendo. Igual cabalgaremos por terrenos congelados, silvestres, boscosos, con lagos y ahora otros con lava, pero se seguirá sintiendo que es el original Valhalla solo que con enemigos diferentes, un poco más poderosos y con recursos nuevos que nos permiten mejorar y ya. Si nos remitimos a las actividades adicionales es lo mismo pues recurren a estas historias de personajes regados por el mapa, que necesitan algún favor o conseguir cierto objetivo pequeño que no nos quitará más de 10 minutos y recompensará con experiencia, que en el caso de un servidor ya era como una raya más al tigre, pues estoy en nivel 490 si no me equivoco y la verdad es que nomás veo cráneos explotar ante el yugo de mi Mjölnir. Nada fuera de lo común.

VEREDICTO

Amo con locura Assassin’s Creed Valhalla, para muestra están las 150 horas más el platino, y me volvió loco en pensar que había recibido el código para descargar Dawn of Ragnarök. Me volví más loco cuando vi la cintilla con el logotipo y después la mega toma preciosa con los monolitos flotantes de fondo. Los remates en las peleas, los poderes nuevos y convertirme en cuervo hicieron que me emocionara más de lo ya conseguido, pero fue la historia con múltiples diálogos, la narrativa un poco aburrida, la repetición en las misiones, los NPC’s lentos y torpes así como las gigantescas escaladas lo que fue mermando mis ganas de continuar con una lista de trofeos no tan atractiva, y unas peleas que sucumbían rápido ante el poder tremendo que me cargo. La dificultad del modo no tiene nada que ver, es más bien un poco de falta de imaginación en los combatientes que hicieron las cosas tan sencillas, y que solo un fan del juego original -aclaro porque la saga no es mi predilecta- podría aguantar de principio a fin por el simple hecho de seguir siendo Eivor, este vikingo que más bien se convierte en dios, pero ni siendo una deidad logra una calificación avasalladora.

Assassin’s Creed Valhalla: Dawn of Ragnarök está ya disponible en PlayStation 4, PlayStation 5, Xbox One, Xbox Series X|S, PC y en Google Stadia.

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