La boda de mi mejor amigo | Crítica

Han pasado 22 años desde el hitazo que hizo Julia Roberts en “My best friend’s wedding” en 1997, donde ella como protagonista se dio a la tarea de evitar que su mejor amigo se casara, para ellos poder casarse más adelante. Julia Roberts, siendo la mujer del momento en esas fechas, logró sacarnos lágrimas, risas y enamorarnos de su carisma a amantes de las comedias románticas y a los que no lo son tanto. Ahora, en 2019, Sony Pictures tomó la batuta para realizar este remake a calca de la cinta original, pero en su versión mexicana en estas fechas tan susceptibles del cine mexicano donde los remakes de películas extranjeras están a la orden del día, y esta producción de Celso García, no es la excepción.

El elenco encargado de personificar al éxito de los 90’s corre a cargo de Ana Serradilla (Julia), Carlos Ferro (Manu), Miguel Ángel Silvestre (Jorge) y Natasha Dupeyrón (Pam), replicando diálogo por diálogo a My Best Friend’s Wedding, pese a las risas y tropicalización de algunas frases o estereotipos sociales, La boda de mejor amigo se siente “vieja” al no adaptar la historia a lo que es el presente del 2019. Caso como al menos lo han hecho películas como Perfectos Desconocidos o 3 Idiotas.

Para los que no vieron la cinta original, aquí les contamos un poco de la trama. Julia es una reconocida crítica gastronómica, mientras que Manu es periodista deportivo; ambos tuvieron un romance en la universidad y al separarse se hicieron la promesa de que, si al cumplir 35 años ambos seguían soltero, se casarían juntos. Para infortunio de Julia, a poco tiempo de llegar a sus 35 años, recibe una llamada de Manu diciéndole que conoció a alguien en Europa, y que han regresado a México (Guadalajara) para casarse. Ahora Julia tiene que lograr hasta lo imposible por detener esa boda y quedarse con Manu, para esto contará con el apoyo incondicional de su amigo Jorge. Pam, la prometida de Manu, siendo una hija de papis, está dispuesta a dejar todo por seguir el sueño de Manu y ser felices juntos.

En la misma producción también contamos con las “famosas” primas fresas, que, para la tropicalización de la cinta, ellas son de Monterrey. Los papeles a cargo de Mónica Huarte y Minnie West, muestran los mismos patrones de sus contrapartes americanas, manteniendo el estereotipo que ya conocemos. Uno esperaría, aunque sea ver una varianza en esta sección, pero preferimos quedarnos con la opinión de cada espectador.

La boda de mi mejor amigo es una comedia romántica muy divertida, por lo que, si ignoraban la existencia de la película original o nunca tuvieron oportunidad de verla, esta adaptación mexicana puede ser una buena opción para comenzar. El manejo que tomó el director Celso García resalta la comedia mexicana en su esplendor sin llegar a ser lo suficientemente “guarra” como para considerarla vulgar. Sí, usan léxico altisonante, pero bueno, ¿qué mexicano no dice una que otra maldición para expresar algo? Por lo que les podemos asegurar que, habiendo visto o no la versión anterior, La boda de mi mejor amigo (Mexican Edition) es por mucho chistosa en extremo haciendo reír a toda la sala de cine.

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