The Order: 1886 | Reseña
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Hemos esperado varios meses, incluso superando el año, para que The Order: 1886, desarrollado por Ready At Dawn, Santa Monica y Sony, estuviera listo como un shooter exclusivo para la PlayStation 4, y me refiero con “esperar” a la acción y efecto de “esperar con ansias” para jugar una prometedora obra de arte visual que dichas compañías anunciaron. Lo jugué exhaustivamente y he aquí la reseña.

THE ORDER: 1886

La nueva exclusiva de Sony desborda e inunda la pantalla de arte, lo hace como pocas veces hemos visto y abruma sobremanera la forma en que previamente nos habíamos sorprendido. The Order: 1886 sin duda alguna muestra el impecable y minucioso –sino exagerado- trabajo que Ready At Dawn imprimió en cada detalle, desde los objetos, muebles, pisos, paredes, ropas, armas, edificios, hasta las uñas, mugre, sudor, lluvia, cerrojos, papel y no sigo pues sería absurdo listar todas las partes que observé y me hicieron darme cuenta que ya estamos en la nueva generación de consolas.

Aceptando que los gamers de PC tienen toda la tecnología disponible para ver juegos con realismos inauditos, The Order: 1886 explota los recursos de la consola al punto de casi reventarla –no así con los FPS-. “Exquisita” es la palabra que mejor define a la experiencia que este título ofrece cuando observamos las locaciones, siendo la iluminación y las partículas las que se llevan los aplausos. Simplemente The Order: 1886 es uno de los más hermosos juegos que he podido observar, apegándome completamente al factor de realismo que intenta –y logra- cumplir. De algo estoy seguro, si hubiera estado disponible para la PlayStation 3 no habría tenido ni cerca el mismo impacto provocado, mismo que me duró de principio a fin de la travesía.

Teniendo en cuenta esto, podemos deducir entonces que The Order: 1886 es un juego con gráficos exquisitos –reafirmando la definición- y un trabajo visual impecable por parte de Ready At Dawn.

Pero…

Pero…

Generalmente sólo haría mención de un factor más, el cual es el más importante en cualquier juego, y ese es la jugabilidad, sin embargo The Order: 1886 agrega a la ecuación uno más, siendo la duración una de las partes a observar muy detenidamente.

Para empezar el gameplay muestra muchos rasgos que me hicieron recordar Uncharted, The Last Of Us, Gears of War e incluso Skyrim, sin embargo no dando el ancho en cada uno de ellos, sólo parecía una copia en donde el jugador no tuviera que dedicar mucha pericia ni destreza, como una versión light de las mecánicas de juego. Los tiroteos son bien diseñados, obligándonos a escondernos y esperar momentos justos para atacar y jalar del gatillo, sin embargo no se cumplen los estándares de dificultad necesarios para ver estas partes como un verdadero reto, sino más bien obstáculos breves para avanzar a la siguiente escena. Miras de armas que no señalan el lugar exacto de la trayectoria de la bala, pero que terminan por atinar siempre al bulto, es decir, armas que matan solas. También nos encontramos con muchas interacciones del personaje con el entorno, las cuales prometían un “toma y daca” en los controles pero terminaban siendo algo automático.

Cada pelea cuerpo a cuerpo sin importar el rival, se convertía en una cinemática y nosotros en espectadores en vez de actuadores. Incontables ocasiones nos decepcionamos por la poca participación en lo sucedido en pantalla, tal como clavar cuchillos, asestar golpes, sofocar enemigos o hasta tomar decisiones. Esto último vendría siendo lógico por la naturaleza de un juego de disparos, sin embargo la linealidad de The Order: 1886 nunca termina, por lo que aseguramos un guión en cada escena: los mismos monos irán a los mismos lugares y dispararán las mismas municiones y reaccionarán de la misma manera… y todo se desarrollará exactamente igual. Es simple, en caso de que remotamente resulten muertos, en la próxima oportunidad sólo esperen al verdugo y reviéntenle la cabeza con una metralleta.

Se podría disculpar la duración de The Order: 1886 por el caso de los gráficos y la cantidad enorme de datos requeridos para que se vea así, sin embargo no se disculpará pues pudieron haber recortado los infinitos e interminables videos que veremos a lo largo del juego. Para darles una idea, existen capítulos donde máximo presionaremos unas cinco veces algún botón o simplemente nos dirigiremos a cierto recinto para lanzar otra larguísima cinemática. No hay duda en que son excepcionalmente bien logradas cada una de ellas, pero llega un momento en el cual pensaremos que todo es una película interactiva demasiado bien hecha. Las escenas de disparos se agradecen mucho, pues son una pausa a nuestro constante papel de ser espectadores, sin olvidar las peleas cuerpo a cuerpo con los licántropos que más allá de ser emocionantes, resultan ser demasiado fáciles.

AMBICIÓN PURA

The Order: 1886 es un proyecto demasiado ambicioso, quiero creer que es el más ambicioso del año, si hubiera un trofeo al “Juego Más Ambicioso del 2015” se lo llevaría de calle, el problema reside en que se mantiene ahí y nunca salta a la realización. Existen cientos de escenas de video donde se pudo haber dado pequeños giros a la historia si tan sólo nos hubieran dejado tomar otras decisiones, sobraron los tiroteos en los cuales algún jefe de nivel pudo aparecer y hacernos la vida un poquito difícil y frustrante, pero no fue así. Nos vendieron un juego donde una orden de caballeros combatía vampiros y hombres lobo, pero pareciera más que el pleito es con los humanos.

Ahora, no podemos olvidar mencionar las armas tecnológicas diseñadas por Nikola Tesla, quien hace una aparición como el diseñador y creador de dispositivos electrónicos y de armamento de La Orden, el cual es bien conocido por haber inventado la corriente alterna, básicamente el motor del mundo. Estas armas además de ser muy atractivas por su robustez y diseño “steampunk”, bien podrían estar de adorno en mi cuarto y no me quejaría ni una vez, pero su función habla por sí sola en el juego, ya que la manera de operar de cada una es una chulada. El gran “pero” reside en sus escasas apariciones durante el desarrollo de la historia y raras veces estaremos quitándole la vida a los enemigos haciendo uso de este armamento, tan es así que los trofeos del juego requieren pocas repeticiones y bien podrían desbloquear el platino en el primer intento.

PARA FINALIZAR

Desgraciadamente The Order: 1886 prometió ser el juego del año, auguró olvidarnos de Destiny por un buen rato, reemplazar a cualquier Call of Duty de actual generación y nos hizo pensar que abarrotaríamos de afiches nuestro cuarto con motivos del mismo. Digo “desgraciadamente” porque una vez que se ha terminado, lo único motivante a no desinstalarlo del disco duro en nuestra consola, es el hecho de conseguir el platino, pero si ustedes no son de los que persigan los trofeos, entonces será viaje de una sola vuelta. Todo esto ayudado por no contar con modo multijugador –ni local ni en línea-, arenas, selección de personajes ni toma de decisiones.

Si Ready At Dawn planeara hacer una secuela, tendría que tomar muchísimas notas sobre los defectos del gameplay, mantener la calidad gráfica y pensar en llenar de emociones y miedo a una historia con potencial, además de olvidarse de tantísima cinemática y sumarle toneladas de acción, pues si quisiéramos ver tanto video, mejor rentamos una película o vamos al cine. Alguien debería decirles que los videojuegos son para interactuar.

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